Historias reales: la prisa que aprendió a sentarse
Durante años, Lucía bebía café corriendo hacia el trabajo. Un día decidió sentarse, inhalar el aroma y escuchar el vapor. Ese minuto bastó para empezar el día con presencia, y terminó desayunando con calma, sintiéndose más ligera y enfocada.
Historias reales: la prisa que aprendió a sentarse
Un lector nos contó que convirtió la cena en un juego: escuchar el primer crujido del pan antes de mojarlo. Los niños se entusiasmaron, comieron más atentos y hablaron de sabores nuevos. La mesa se volvió una conversación, no una carrera.